martes, 20 de marzo de 2007

Oda a las groserías

Gracias a mis padres, no nací en época de buenas palabras ni en familia de lenguaje refinado. Me crié entre groserías y, lo lamento por aquellos que las repudian, me parecen divinas. Poca cosa hay en esta miserable vida tan buena como una grosería dicha cuando Dios manda o, mejor aún, dicha por un español. Sí, señores, España es la patria de la madre que te parió y el muy hijoputa que te cabrea los cojones.
Hace poco, mi querida amiga Aline Dos Reis (mejor conocida como Cadáver Exquisito) me prestó el libro Con ánimo de ofender, una recopilación de artículos (1998-2000) de Arturo Pérez-Reverte que, en términos ibéricos, son tan buenos que te cagas. Como me he reído tanto leyéndolos, me dio por compartir públicamente algunas de las barbaridades que se repiten en sus hojas. Buen provecho.

Ni de coña.
La madre que te parió.
Eres la leche.
La hostia.
La muy hija de puta.
Vete a coger por culo.
Que te cagas.
El grandísimo coño de tu madre.
Maldito hijoputa.
Maldita mierda.
Maldito cabrón.
Me cabrea (esta no es una grosería propiamente dicha, pero suena rico).
Maldita mierda.
Coño.
Perro mundo.
Hijo de perra.
Maldito seas.
Hay que joderse.

1 comentario:

Unknown dijo...

¡Ay, Alieska! Y eso que entre tus promesas de año nuevo estaba que no ibas a decir "mamagüevo" más nunca...