sábado, 15 de diciembre de 2007

Esta raza que somos

Carla Candia tenía razón: "Los periodistas somos una raza". Tanto así, que hasta puedo recordar cómo se acomodaba los lentes con la mano derecha (como siempre lo hace) mientras lo decía. Sí, Carla, tienes razón. Uno no se da cuenta las más de las veces, pero es así. Es una cosa que se lleva en la sangre, en las manos, en la forma de caminar. Es esa inercia maldita que, en contra de las horas de sueño que tu cuerpo reclama a gritos, te mantiene pegada a un teclado: a una hoja blanca de Word que espera ser llenada con tus palabras. Es también esa manera de quejarse de todo sin quejarse verdad. Porque eso es lo que piensan de nosotros: que somos unos quejones, unos malhumorados, unos pesimistas, unos chismosos y unos mentirosos.
D.
Pero ocurre que somos todo lo contrario: que las quejas son una fachada para recompesar el cansancio, que tenemos un humor del carajo (que no entiendan nuestras bromas es otra cosa), que somos optimistas (porque nadie que no sea optimista dedica su vida a uno de los oficios más peligrosos y malpagados del mundo), que aunque nos gusta el chisme no somos chismosos y que, por sobre todas las cosas, buscamos decir la verdad. Y todo esto que somos es porque, como lo decía el grande de Kapuscinski, los periodistas somos buena gente. Claro, siempre hay algún mala sangre que deja mal parado al resto, pero eso pasa en todas partes.
D.
Así que brindo por nuestra raza. Por esa manera de pensarlo todo periodísticamente, de vivir 100% el periodismo. De ayudarse, de apoyarse, de decir: "Me encantó lo que escribiste, está genial". Y, sobre todo, brindo por creer (muy en secreto, muy en silencio, muy infantilmente) que nuestro trabajo ayuda a hacer de este mundo un mundo mejor. Sí, Carla, tienes razón.

Golpe bajo

—Yo quisiera que Clara Lambea leyera todo lo que le has escrito, Pancho.
—Ella debe estar todavía en París.
—¿Tú crees, Pancho?
—Sí, esa vagabunda nunca se casó, era muy independiente. ¿Cómo hubiera sido mi vida si me hubiera quedado con ella? Seguro estaría ahora en París.
—Sí, lo más seguro. Pero lo mejor es lo que pasa, Pancho.
—Eso dicen los gringos: que lo mejor es lo que pasa.
—Ah, no sabía eso. Pero lo mejor es lo que pasa, ¿no?
—No, yo no creo esa vaina. Lo mejor es lo que no pasa.
D.
Luego prendí la radio y Calamaro remató la velada: "¿Quién escribirá la historia de lo que pudo haber sido?". Y sobre todo eso: ¿quién escribe lo que no pasa? Porque todos (me atrevo a generalizar bastante sobre este hecho) lo pensamos, pero muy pocos lo escribimos. Y pensándolo se nos va bastante tiempo. Demasiado tiempo, diría yo. Tal vez (aunque suene exagerado) uno vive simultáneamente las dos cosas: las que pasan y las que no pasan. Digo, por eso de que existimos en tanto alguien (así sea nuestro gato o perro) piensa en nosotros. Igual que los libros existen porque alguien los lee. Así que, quizás, las cosas que no pasan también pasan. Pasan para uno que piensa en ellas.
D.
¿Cuántas cosas que no pasaron están pasando en este exacto momento en que escribo esto? Y, mejor aún, ¿qué, entre todo lo que pasa, pasa realmente? Tal vez una vida no alcanza para saberlo. Y yo, mientras tanto, me quedo con las dos cosas. No quiero perderme ni lo mejor ni lo peor.

lunes, 3 de diciembre de 2007

Y... ¡ganamos!

Guao. A ver. Bueno, primero debo decir que mantengo mi posición acerca de los que NO votaron: son una vergüenza. Votar no sólo es un derecho, es un DEBER. Es algo que tienes que hacer y punto. Una actividad vital dentro de esto que llamamos país y sociedad. No votar es sinósimo de "me cago en los demás", "me sabe a mierda este país", "me importa un pito lo que pase".
D.
Y, si queremos tener una mejor Venezuela, no se puede pensar en singular. No caben los singulares. Porque, y a ver si lo entendemos de una vez por todas, uno sólo puede estar bien en la medida en que los demás (toda la sociedad) también estén bien. Y bien significa tener un trabajo digno, una vivienda digna, un salario digno, una educación digna. Es decir, que cada quien pueda, realmente, hacer lo que quiera con su vida. Que todos tengan las misma oportunidades de ser cualquier cosa.
D.
Así que me cago en los que no votaron, en los que piensan en singular. Y también en todos los medios internacionales (Reuters, El País y demás) que le dieron el triunfo a Chávez antes de que el mango estuviera maduro. No se puede hacer periodismo con rumores. Ni periodismo ni nada. Quiero felicitar a Lissy de Abreu por mover su mafia internacional y conseguir el teléfono de Reuters en Venezuela. Gracias a ese número logramos cambiar los titulares que ya andaban rodando por el mundo y se les dio una lección de periodismo responsable a la agencias. Bravo colegas.
D.
Y ganamos. Sí, señores, ¡ganamos! Ganó la democracia. Ganó la voluntad honesta. Ganó la nueva Venezuela. Pero apenas estamos comenzando. Éste es tan solo el primer paso. Hay que seguir trabajando plural. Ayer a las 2:28am recibí un mensaje de Dariela Sosa, amiga y dirigente estudiantil. Quiero citarlo porque, además de ser un excelente cierre para mi nota, me parece que resume todo lo que quiero decir: "¡Victoria popular, señores! Pero administrándola bien, como dijo Chávez. A celebrar y a seguir trabajando. Porque esto vale la pena".
D.
¿Y qué es esto? Pues nosotros: Venezuela y su gente. Hagamos, todos juntos, que siga valiendo la pena. Los quiero.

domingo, 2 de diciembre de 2007

La foto del hombre con cara de Che

Me pidieron más fotos de Humberto López. Conseguí esta en El País de España, en un nefasto artículo que (por culpa de todos los malditos que NO votaron y cuando La Previsora marca las 8:00pm) le otorga el triunfo a Chávez.
D.
El texto en cuestión titula así: Los sondeos otorgan a Chávez el triunfo en el referéndum para la reforma constitucional. Les dejo la foto del Che y el link (sólo deben hacer click sobre el titular)para que lean nuestra sentencia a muerte. Y, una vez más: me cago en la puta madre de todos los que NO fueron a votar. Los tibios van al infierno, según el Apocalipsis.
D.
Foto de Reuters

2 de diciembre de 2007

sábado, 1 de diciembre de 2007

La palabra más linda del portugués

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra portuguesa saudade significa: soledad, nostalgia, añoranza. Pero saudade es mucho más que eso porque, aunque aparezca en la RAE, realmente no tiene traducción exacta a ningún idioma.
D.
Saudade es una nostalgia eterna, querer permanentemente que alguien (o algo) regrese. Es —como ese magnífico título de Rafael Osío Cabrices— salitre en el corazón. Un recuerdo que no da tregua, que se queda pegado para arder por siempre. El deseo constante de querer volver, como cuando Gardel canta: "Mi Buenos Aires querido, cuando o te vuelva a ver, no habrá más pena ni olvido". Un deseo que siempre guarda una esperanza postrera.
D.
Aquí les dejo la frase más linda del portugués:
S.
.Tenho saudades tuas.
(Tengo saudad de vos)

Lo que dicen las entrevistas

Humberto López es mecánico y miliciano revolucionario
D.
Con cara de Che
D.
Lleva 10 años vistiéndose de militar: nueve con Chávez en el gobierno y uno con Chávez en campaña electoral. Pero todos los que lo conocen piensan que se viste como el Che. Siente una afinidad especial por la Plaza Bolívar de Caracas, por eso siempre se lo puede ver por allí a pie, en moto o en Jeep
D.
El Che está bajando desde la avenida Urdaneta hacia la esquina Las Gradillas de la Plaza Bolívar de Caracas montado en su Jeep M151 militar artillado. En su mano izquierda sostiene un grueso tabaco: separa la mano del volante, lo aspira, regresa su mano al volante, lo expira. Mientras desciende entre la multitud de transeúntes, pisa el freno unas tres veces para estrechar la mano de quienes lo saludan. En la parte superior del parabrisas se lee, en letras rojas: "Patria, socialismo o muerte”. En su franela, roja también: "Chávez, estamos contigo".
D.
Su nombre es Humberto López, pero todos lo llaman Che: "Muy pocas personas conocen mi nombre. Todos me dicen Che. El Che venezolano, como me llamó el mismísimo Presidente". Lleva puestos unos pantalones militares, una chaqueta verde con la bandera de Venezuela en la espalda y unas altas botas de cuero negro. La boina que lleva en la cabeza también es negra. La hizo él mismo hace 8 años, sólo se laquita para bañarse y dormir: "Está hecha de fieltro. Si usara la de los militares estaría calvo”.
D.
Es mecánico. Tiene 48 años y cinco hijos: "El último se llama Humberto Che López". Nació en el bloque 20 del 23 de Enero y estudió hasta sexto grado de primaria en la escuela Luis Enrique Mármol. "Yo quería seguir estudiando, pero en mi casa éramos nueve hermanos y mis padres no tenían dinero para comprar las listas de útiles escolares". Desde joven sintió mucha admiración por Ernesto "Che" Guevara: "Yo pertenecía a los Tupamaros del 23 de Enero. Fui el precursor de muchas de las pinturas que del Che que hay allá". Pero no está vestido como él.
D.
—¿Por qué se viste como el Che?
—Yo estoy vestido de militar. Pero como se supone que el Che cuando tuvo su momento estaba vestido de militar entonces dicen que yo estoy vestido como el Che. Pero no, yo estoy vestido como un soldado revolucionario, como un miliciano.
D.
—¿Usted no está vestido como el Che?
—No. Estoy vestido como un miliciano, como un revolucionario. El parecido no tiene nada que ver con la vestimenta. Recordemos que elChe se vistió como militar, pero también se vistió como médico porque era médico. Y utilizó muchos jeans porque era de clase media, en esos tiempos el que podía estar en la universidad tenía que tener recursos. Creo que el Che era un joven bohemio, inquieto. Muchas personas dicen que era un asesino, que mataba niños. Yo creo que no hay más mataniños que las pastillas anticonceptivas. Lo que le ocurrió al Che fue que, al encontrarse con tantas injusticias y sin la capacidad deresolverlas por medio de la palabra, no le quedó más remedio que tomar las armas.
D.
—Si no llega a haber un acuerdo entre la oposición y el oficialismo,¿usted sería capaz de tomar las armas por la revolución bolivariana?
—En ningún momento sería capaz de tomar las armas para arremeter contra este pueblo, a menos de que ellos traigan "paracos" colombianos o personeros violentos y nos enfrenten. Créeme que seríamos unos verdugos contra ellos, seríamos peor de lo que fue Hitler con los judíos. Porque tampoco vamos a dejar que nos quiten la patria y volver a ser colonia nuevamente.
D.
—Entonces usted sí estaría dispuesto a tomar las armas.
—Seguro. Las armas, los cañones y lo que venga. Deberíamos tomar nuestras armas contra enemigos internos y externos.
D.
Culto a Chávez
López se define a sí mismo como una persona pacifista, pero aseguraque no es estúpido: "Al que me suba una mano, se la bajo. Y al que meponga una mano encima, le saco esto que tengo acá". Se refiere a las dos armas que siempre lleva consigo: un rolo de metal y un cuchillo."Si me agreden, yo las uso". Además de portar día y noche sus dos armas blancas, lleva en su Jeep la Constitución de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y la propuesta de reformaconstitucional que le entregó el presidente Chávez. Toma la constitución de la URSS en sus manos y lee el artículo 12:
D.
—El trabajo en la URSS es para todo ciudadano apto para el mismo undeber y una honra. De acuerdo con el principio, el que no trabaja no come. ¿Te estás dando cuenta de lo que están diciendo? Un paralítico, no va a comer. Un ciego, no va a comer. Una viejita, no va a comer. Aquí no te están explicando las cosas como las está explicando Chávez para la reforma. Y si me preguntas si me leí la reforma, la respuesta es no.
D.
—¿Por qué no se la ha leído?
—Porque nosotros sin leerla, y le puedes preguntar a cualquier venezolano que esté con el proceso revolucionario, apoyamos lo que el Presidente está diciendo. Chávez no nos va a tirar por un voladero porque sabe que el pueblo no es tonto, él sabe que si se confunde con el pueblo va a ocurrir un estallido como el del 27 de noviembre de1992. Este pueblo va a votar por Chávez las veces que Chávez lo llame.
D.
—¿Y usted no cree que sería conveniente que los que apoyan el procesorevolucionario también se lean la reforma que propone el presidenteChávez?
—Sería bueno que todos nos la leyéramos. Pero así como las personas se meten en una iglesia a pedirle a una imagen de yeso que no les darespuesta, a nosotros el Presidente nos da respuesta a través de Aló Presidente. Nos llama a la avenida Bolívar y nos explica. Nos dice qué es lo que va a hacer. Si nos hace firmar documentos extraños, pues la gente no es estúpida. Lo que te quiero decir es que no sigamos creyendo las imágenes de yeso o de concreto y de unos voceros que no representan a nadie, busquémonos a nosotros mismos. Y la respuesta es que tenemos un Presidente que es como nosotros, que no quiere el mal para ese pueblo. Y no estamos ni idiotizados ni ideologizados. El exceso de ideología hace daño.
D.
—¿No cree que al apoyar todo lo que diga el presidente Chávez diga yhaga está haciendo lo mismo que las personas que van a la iglesias y les rezan a imágenes de yeso o concreto?
—Sí, pero con una gran diferencia: que ellos tienen bastantes voceros. Tienen a todos los del vaticano, todos los cardenales, todos los sacerdotes, todas las monjas. En cambio, Chávez está lanzándoles con furia a los que lo apoyan y a los que no. Es Chávez con su pueblo. Nosotros le entendemos a Chávez lo que él nos quiere decir, no através de los politiqueros que tiene alrededor. Ellos no representanla voz ni la voluntad del pueblo. El pueblo se entiende es con Chávez directamente.
D.
Humberto López estacionó su Jeep M151 frente a la esquina Las Gradillas. Se quitó la chaqueta y encendió otro tabaco. Estaba empezando a llover. Un niño vino corriendo a saludarle: “¡Che! ¡Che! ¡Che!”. Él le desordenó el cabello y le dio la mano. Luego se le acercó una mujer. López la besó en el cachete y le pidió que se hiciera a un lado: “Mi amor, espérate un momentito que me van a tomar unas fotos”. La señora se apartó con mala cara. Y él, como quien está acostumbrado a que le tomen fotos, adoptó su mejor pose: se recostó en el asiento, aspiró el tabaco una vez más y clavo su mirada en un punto lejano.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Madre Mercedes, redentora de periodistas

A elemento Aline, por su eterna misericordia y sus largas disertaciones sobre el poder de la Madre Mercedes sobre las almas de los pecadores (periodistas).
A.


Mi salón de periodismo está lleno de condenas físicas y psicológicas: entregas los lunes, entregas los martes, entregas los miércoles, entregas los jueves, entregas los viernes. Así, como bien lo dicen los que saben del oficio o se relacionan con él, deben recurrirse semanalmente (y en cantidades industriales) a prácticas nada beneficiosas para el cuerpo: cigarrillo (hasta los que no fuman se echan un jaloncito), café, chucherías, alcochol, pocas horas de sueño y nada de ejercicio. Somos esclavos del periodismo. Sí, señor. Hablamos de él, soñamos con él, sobrevivimos con él. Pero (y esto es cierto siempre) no somos nadie sin él. Es nuestra religión.
A.
El elemento Aline Dos Reis, nuestra querida delagada de la rancia cúpula periodística, lo sabe. Y lo sabe muy bien. Porque ella, sólo ella, es el buzón de entrada de todas nuestras quejas diarias: "Aline, la profe no mandó las láminas, no podemos hacer el examen", "Es cierto, apoyo la moción", "Yo también la apoyo: NO al examen", "Me uno a protesta, si nos obligan sacaremos el art. 350".
A.
La pobre no tiene paz por nuestra culpa. Así, para salvarse de la locura, le entregó su alma a la Madre Mercedes. Y nostros, fieles seguidores de sus palabras y de sus actos, también lo hicimos. La Madre Mercedes es la redentora de los periodistas. La madre generosa que sosiega nuestras penas y nos llena de luz para seguir adelante. Para liberarnos de nuestras prácticas dañinas. E, incluso, para decir: "Que no, joder, que te digo que no: ¡NO A LA REFORMA!". Les dejo la oración de la Madre Mercedes para que sean libres de todo cautiverio político y llenen sus vidas de la luz de la libertad absoluta. Ésa sin la que el periodismo (también el ser humano) no es nada, ni nadie.
A.
“O welche Lust”, final del 1º acto de la Ópera “Fidelio”, de Beethoven)
A.
Cerremos los ojos y visualicemos la Presencia de la Madre Mercedes, que se presenta frente a nosotros, en este momento, con su traje blanco como la nieve y brillante como el sol; su mirada de penetrantes ojos de color violeta; su inmensa corona de la libertad, enjoyada con relucientes amatistas; y portando en su pecho la Cruz de Malta de la Libertad. En un fuerte y retumbante estallido, la Madre Mercedes ¡¡¡ROMPE!!! una cadena en pedazos con sus manos, y nos libera instantáneamente de las ataduras que nos hacen sufrir, para hacernos ver la luz. Todo nuestro ser se inunda de LUZ. La Madre Mercedes se sigue acercando hasta que se nos mete adentro, y da una vuelta, posicionándose como nuestro ser, asumiendo el control y dirección de nosotros, y convirtiéndonos en “Corrientes de Vida Libertadoras de los Cautivos”.
A.
Repitamos:
A.
¡Yo Soy libre de todo cautiverio!
¡Yo Soy libre de toda opresión y control!
¡Yo Soy libre de toda pobreza y limitación!
¡Yo Soy libre de todo trabajo esclavizante!
¡Yo Soy libre de todo materialismo!
¡Yo Soy libre de todas las posesiones!
¡Yo Soy libre de toda enfermedad!
¡Yo Soy libre de todo amor pasional!
¡Yo Soy libre de todo el que no me quiere!
¡Yo Soy libre de toda mentira!
¡Yo Soy libre de todo cautiverio religioso!
¡Yo Soy libre de todo cautiverio político!
¡Yo Soy libre de todo concepto!
¡Yo Soy libre del cigarrillo, el alcohol y las drogas!
A.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Tu primer amor mío

Tu boca.
Me gusta tu boca.
Tu boca, tu boca, tu boca.

martes, 13 de noviembre de 2007

domingo, 4 de noviembre de 2007

El sonido de la nostalgia crónica

El sonido de la nostalgia crónica
D.
La música hace y cuenta la historia, el periodismo también. La mejor crónica de una época puede ser una canción
D.
Seis días después de que John Lennon fuera asesinado por el fanático Mark Chapman, el 8 de octubre de 1980 en la puerta del edificio Dakota, en Nueva York, Gabriel García Márquez proclamó: "La única nostalgia común que uno tiene con sus hijos son las canciones de los Beatles. Cada quien por motivos distintos, desde luego, y con un dolor distinto, como ocurre siempre con la poesía".
D.
Las canciones de The Beatles cambiaron la forma no sólo de entender el mundo, sino de vivirlo. Nada ni nadie fueron los mismos después de su música. García Márquez relata que, desde que nació, el mundo siempre había sido igual hasta que el cuarteto británico empezó a cantar: "Los hombres se dejaron crecer el cabello y la barba, las mujeres aprendieron a desnudarse con naturalidad, cambió el modo de vestir y de amar, y se inició la liberación del sexo y otras drogas para soñar".
D.
Para soñar. Cada canción de The Beatles es un sueño, casi una utopía (we can work it out, take a sad song and make it better). También una nostalgia. Esa tristeza melancólica que, como define el Diccionario de la Real Academia Española, se origina por el recuerdo de una dicha perdida. Y recordar, como apunta el escritor uruguayo, Eduardo Galeano, en El libro de los abrazos, es "volver a pasar por el corazón".
D.
Su música, la música de ellos, siempre te obliga a mirar a atrás. Te cuenta tus historias otra vez. Tal cual una película: escena por escena, toma por toma, encuadre por encuadre. Te sacude, te somete, te doblega. Son canciones cargadas de tiempo, hinchadas de historia. Como una crónica.
D.
La crónica es una nostalgia. Es una canción de The Beatles, pues, como sentencia García Márquez, "la nostalgia siempre empieza por la música". Ambas son un camino de regreso: un volver. Para contar es preciso volver, de allí que siempre se vuelva al primer amor.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Poesía llorona

Me da miedo perder la memoria, mucho miedo. Casi tanto como envejecer. Por eso, desde pequeña, me aprendía de memoria mis poemas favoritos y los repetía en mi mente cada vez que podía. Y, la verdad, me ha servido de mucho. Hasta para mejorar mis notas escolares: cuando cursaba quinto año de bachillerato recité de principio a fin el monólogo de Segismundo en La vida es sueño, de Calderón de la Barca, y me gané dos puntos extras en la materia. Fue fabuloso.
D.
Ahora lo hago cada vez menos. Y, como la mejor de las profecías autocumplidas, algunos versos simplemente ya no vienen a mi cabeza. Estoy perdiendo la memoria. Lentamente, pero la estoy perdiendo. Por eso esta historia es tan maravillosa.
D.
Estaba viendo la película Frida (en la que actúa Salma Hayek) y me encontré con unos versos de mi niñez. Se trata de una canción mexicana llamada La Llorona. Hay una escena en la que Frida está llorando sola en un bar y, de repente, aparece un hombrecillo que empieza a cantarle.
D.
Bueno, pues resulta que yo estoy viendo la escena y, sin saber cómo, empiezo a cantar la canción. Una cosa increíble. Y todo gracias a la poesía. Y a mi mamá. Porque fue mi mamá quien, en los albores de mis primeros años, me enseñó uno de los poemas más lindos del mundo, cuyos versos (no todos, algunos) pertencen también a La Llorona. Aquí les dejo la evidencia.
D.
Poema de mamá
D.
Quiero y no quiero querer
a quien no queriendo quiero.
Y he querido sin querer;
y estoy, sin querer, queriendo.
D.
Si porque te quiero,
quieres que te quiera mucho más.
Te quiero más que a mi vida.
¿Qué más quieres?
¿Quieres más?
D.
Coplas de La Llorona
D.
(...)
¡Ay! de mí, llorona,
llorona de azul celeste,
aunque la vida me cueste, llorona,
no dejaré de quererte.
D.
De tarde se me hace triste, llorona,
de noche con más razón
y llorando me amanece, llorona,
llorando se pone el sol.
D
En tu vida te enamores, llorona,
de mozo que no ha rondado,
que el que no ronda de mozo, llorona,
ronda después de casado.
D.
Si porque te quiero quieres, llorona,
quieres que te quiera más,
te quiero más que a mi vida, llorona,
¿qué más quieres?, ¿quieres más?
D.
No sé qué tienen las flores, llorona,
las flores del camposanto,
que cuando las mueve el viento, llorona,
parece que están llorando.
(...)
D.

domingo, 28 de octubre de 2007

El futuro, de Julio Cortázar

Un video que hice hace como dos años con la ayuda de Amira Saim. Es un poema de Cortázar llevado a imágenes.

martes, 23 de octubre de 2007

Otra vez el Che

Pues sí. Resulta que el Che estaba en la marcha de hoy. Dos amigas periodistas, Adiala Salas Bellorín y Adriana Romero Puche, y yo nos lo topamos en nuestro camino de regreso. La intrépida de Adiala le tomó dos fotos descaradamente (las que se ven abajo) con su celular y luego, armadas de valor, las tres nos acercamos a conocerlo.
a.
Es un tipo muy educado. Huele bien. Habla divino. Su nombre real es Humberto López. Nos prometió una entrevista a las tres esta misma semana. Así que pronto tendrán más detalles sobre su vida detrás de la imagen de Ernesto "Che" Guevara. Promete ser fascinante. Por ahora, pueden deleitarse con las fotos.





Fotos: Adiala Salas Bellorín.

sábado, 20 de octubre de 2007

La mejor lengua popular

A Adrina Romero Puche, por todas las canciones (y por las confesiones también).
A.


a.
"A lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar, a lo lejos se escucha venir lo que el río no quiso contar: como siempre te vas a reír de algo ganso que te diga yo, y te vas a dormir abrazándote siempre a mí. Mi sentimiento va durar, el fuego no me va a quemar. Y ya no tengo espinas clavadas en el corazón".
a
Demasiado bueno, demasiado. Calamaro siempre se las lleva todas en sus discos, todas. Es algo increíble. Pero este último tiene un plus: es un compedio de todo ese volcán que es Latinoamérica. Uno lo oye, uno lo canta y es como si viajaras desde México a la Patagonia.
S.
Tiene esa cosa rara que tienen los argentinos. En una edición dominical del diaro español El País (no tengo la fecha, perdón), en un artículo que versaba sobre Julio Cortázar, se leía: "Ser argentino es estar triste y estar lejos". Y la verdad uno siempre está lejos de algo, de alguien. Pero con Calamaro la cosa es diferente: él siempre está esperando a alguien. Él siempre la espera, siempre. En todos sus discos ella siempre está, nunca falta.
a.
Así que me pregunto: ¿a quién espera Andrés Calamaro? ¿Lo sabe su actual novia, Julieta Cardinali? ¿Es ésa su dulce condena? Y, sobre todo, me pregunto: ¿será que todos, maldita sea, esperamos por siempre?
a.
"Que para siempre te voy a esperar, que para siempre te voy a querer. Como siempre te voy a pedir, para siempre querernos así. La corriente del río que vino te trajo hasta mí. Y ya no tengo espinas clavadas en el corazón".
a.
Pues yo no, lo siento. No espero. Ya no.

jueves, 18 de octubre de 2007

The Lake House

No sé por qué nunca vi esta película en el cine, creo que el trailer (no sé por qué) me pareció de película de terror.
Tiene que ver con un libro de la escritora inglesa Jane Austen y está dirigida por un argentino. Es preciosa. Hay que verla más de una vez.

No quiero saber, no hace falta

No es bueno saberlo TODO sobre ALGUIEN y, mucho menos, que alguien sepa TODO sobre TI.

domingo, 14 de octubre de 2007

The Lizard King

"Break on through to the other side".
—Jim Morrison.
J
Ilustración de Keith Haring
(desconozco si la hizo por El Rey Lagarto de Morrison, pero quién sabe ¿no?)

jueves, 11 de octubre de 2007

Me quiero ir

Reventé.
No aguanto más.
Me quiero ir, me quiero ir, me quiero ir.
No sé a dónde, no importa a dónde.
Pero me quiero ir.

domingo, 7 de octubre de 2007

Esta esquina

Las esquinas. No sé qué tienen las esquinas. Son como un secreto, una palabra anclada entre las amígdalas, la sombra viva de un deseo, las cenizas que reposan en el fondo del vaso. Ese espacio vacío en el sofá, este domingo triste.

También son un puente. Y un maldito carrusel de fotografías. Cada vez que uno se asoma, se cae, se derrumba, se hunde. No la esquina, sino uno. Son un traspié aparatoso, un hueco en la calle que nunca se logra esquivar: en el que siempre se cae.

Uno va caminando pensando en quién sabe qué cuando de repente ¡zás! La respiración se hace más lenta, el tun-tun corazón se pone en volumen máximo, el rostro arde. Estamos parados en la esquina. Nuestra esquina. La esquina de siempre. Ésa que nunca cambia, que siempre es la misma. En la que retumba el rumor del mar, en la que se baila tango en la superficie de la luna.

Esa misma que, cuando quiero (quieres) verte (verme) se vuelve convexa: se vuelve vértice: ese espacio en el que concurren nuestros cuerpos: el tuyo, el mío. Porque eso son las esquinas. Un minúsculo punto en el infinito de nuestros mundos en el que ambos coincidimos. Un microscópico tiempo-espacio en el que, por fin, entre tanto universo, nos encontramos.

Somos sólo nosotros. Tú. Yo. Estamos sólo nosotros. Tú. Yo. El amor es nuestro oponente. La esquina (nuestra esquina) es el coliseo. La arena firme dispuesta para el combate. Para ganar la contienda debemos sobrevivir al amor, vencerlo. Si él nos gana, seremos menos que ganas.

Cada esquina es una batalla. Una oportunidad para ganar, para doblegar al enemigo: el amor. No podemos vivir sin el enemigo. Sin él no somos dos, no somos nada. Por eso debemos sobrevivir a él: para que siempre haya una nueva batalla. Y por eso, también, esta esquina ya no es mía.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Wishlist para mis 22

Siguiendo la iniciativa de Eu, les presento mi lista de deseos para mi cumpleaños. Cualquiera de las cosas que están incluidas en ella son bienvenidas el día de la celebración o cualquier otro día. Y las que no están allí también. Así que no se preocupen. Aquí van:
deb
1. Que Freddy vaya a mi cumpleaños.
2. Un afiche de los Beatles.
3. La agenda de Mafalda 2008.
4. El disco Raro de Cuarteto de nos.
5. Una taza divertida.
6. Cualquier de los libros de diseño (Desing) que venden en Tecniciencias. Hay uno para cada década, sería feliz con cualquiera de ellos.
7. El libro de Historia de la Moda (dos tomas gigantes) que también venden en Tecniciencias.
8. Un solitario (ese zarcillo laaargo que sólo se pone en una oreja).
9. Una caja de Earl Tea de Lipton.
10. Una cámara fotográfica instantánea.
11. Eternal sunshine of the spotless mind.
12. Rayuela de Ediciones Cátedra.
13. Una bicicleta vieja: ruedas extra delgadas, manubrio alto y cestita.
14. Un ramo de margaritas blancas.
15. Un Doctor Zhivago.
16. Una falda.
17. Un vestido de flores.
18. Un año en Londres.
19. Otras sandalias rojas.
20. Que alguien me diga que tengo duende.
21. Un cuarto nuevo.
22. Una mac.
23. Un ipod.
24. Un suéter de botones.
25. Un juego de postales de diseño.
26. Canción de Navidad de Dickens pero en una edición que no sea de esas para niños.
27. Un paseo en una noria.
28. Un algodón de azúcar.
29. Un reloj de plástico barato, pero que funcione.
30. Que la Unión Europea abra el fucking master que quiero.
31. Unos zapatos de Hot Chocolate.
32. Una cartera artesanal.
33. Un buen libro.
34. Una cita.
35. Otra cita después de la primera cita.
36. Una entrada para el concierto de Drexler (que es el mismo día de mi cumpleaños, así que los que ya tienen su entrada jódanse).
37. Un velero.
38. Un pasaje a Buenos Aires.
39. Una excusa.
40. Un cuadro.
41. Alguien que se encargue de que Freddy no falte a mi cumpleaños, por favor.

lunes, 24 de septiembre de 2007

Post gemelo

"Muérete que chao".

—Tres dueños

jueves, 20 de septiembre de 2007

Venegas + Bersuit

Llegar a ti para salir de vos, salir de vos para llegar a ti.

martes, 18 de septiembre de 2007

Tacones periodísticos

Ilustración de Eugenia Alcázar.

El sacapiojos enamorado

—¿Entonces?
—No lo sé.
—¿Cómo que no sabes?
—No lo sé.
—Ah, ok. Entonces yo tampoco.
—Ok.
—Pero, ¿qué vamos a hacer? No podemos seguir así eternamente.
—No, no podemos.
—¿Entonces?
—¿Entonces qué?
—¿Qué vamos a hacer? ¿Vamos a seguir juntos?
—No. Sí. No lo sé, no lo sé.
—Depinga.
—Sí, depinga.
—Bueno, se me ocurre algo.
—¿Qué?
—Es un juego que inventé hace poco.
—¿Vamos a decidir esto por azar?
—Claro, es más fácil. ¿No?
—Sí, es más fácil.
—¿O no quieres?
—Sí, dale, ¿cómo es el juego?
—A ver: cada uno de nosotros va a agarrar un papelito y va a escribir SÍ o NO. Si escribes SÍ, significa que sí quieres que sigamos juntos. Si escribes NO, pues que no.
—Ajá. ¿Y entonces?
—Entonces yo te doy mi papelito y tú me das el tuyo. Si las respuestas coinciden, si ambos respondemos que sí (SÍ-SÍ) o ambos respondemos que no (NO-NO), nos quedamos juntos. Si las respuestas son diferentes, si uno dice que SÍ y el otro dice que NO, pues se acabó.
—Ok. ¿Y por qué si los dos decimos que NO tenemos que seguir?
—Porque sí, porque al menos estamos de acuerdo en eso. Y por pendejos, quién nos manda no querer seguir estando juntos. Tampoco puede ser tan fácil, hay que joderse un poco, ¿no?
—¿De verdad quieres jugar ese juego?
—No lo sé. Me da miedo.
—Sí, a mí también me da miedo.

lunes, 17 de septiembre de 2007

El mundo de Galeano (sí, otra vez)

Ya son varias las personas que me lo han dicho: "No has escrito nada en tu blog". Y no, la verdad es que no lo hecho. He tenido tiempo, pero se me consume en este horrible sueño (voy a tener que empezar a medicarme, no es broma) que no me deja vivir, ni escribir. Así que para animarme (y porque le prometí a dos personas esta tarde que escribiría hoy en la noche) voy a permitirme citar, una vez más, a Eduardo Galeano en El libro de los abrazos.
Resulta que yo no tengo el fulano libro. La primera y última vez que lo vi estaba en Guasdualito, tirado en la esquina de la cama de Jo, una amiga inglesa que conocí en la frontera. Lo tomé por curiosidad y leí varios cuentos durante la noche. Como me iba al día siguiente no tuve tiempo de fotocopiarlo, así que sólo alcancé a copiar a mano la defición de recordar y un cuento lindísimo que se titula El mundo. Y, cosa curiosa, ayer Aye, una maravillosa cronopio, comentó algo acerca de eso. Así que aquí va.
HOLA
El mundo
HOLA
Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
—El mundo es eso —reveló. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman, pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
(FIN).

viernes, 31 de agosto de 2007

Diccionario de una noche con ventilador y de libro prestado

Recordar: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.

Fuente: El libro de los abrazos, de Eduardo Galeano.

jueves, 30 de agosto de 2007

La canción del verano apureño

Esta fue la canción más escuchada en la frontera colombo-venezolana durante mi estadía allí (aquí). Lo mejor es que el video es igualito a esta tierra de perdición. Un tripeo colombiano, una linda canción.

martes, 28 de agosto de 2007

Nómbrame

Me gusta mucho mi nombre:

a-lies-ka

KA (aaaaaaaaaaa).

es: soy.

Yo soy, soy yo.

alieska se lee más bonito en minúsculas.

con LI de libertad.

lunes, 27 de agosto de 2007

CUARTETO DE NOS


Estaba viendo la tele (sí, la tele, ¡mi nueva casa apureña tiene tele!) y me encontré con este grupete uruguayo. Nunca antes los había escuchado, pero los tipos llevan un buen tiempo haciendo música (desde 1984) y ya tienen 11 discos. El de la foto (Raro) es el último y tiene un canción rebuena: Ya no sé qué hacer conmigo. Les dejo la letra y la dirección para que puedan escucharla. El video es buenísimo: es tipo cómic y está lleno de grafías. Alucinante.
Ya no sé que hacer conmigo

Ya tuve que ir obligado a misa, ya toqué en el piano “Para Elisa”
ya aprendí a falsear mi sonrisa, ya caminé por la cornisa.

Ya cambié de lugar mi cama, ya hice comedia ya hice drama
Fui concreto y me fui por las ramas, ya me hice el bueno y tuve mala fama.

Ya fui ético, y fui errático, ya fui escéptico y fui fanático
Ya fui abúlico, fui metódico, ya fui impúdico y fui caótico.

Ya leí Artur Conan Doyle, ya me pasé de nafta a gas oil
Ya leí a Bretón y a Moliere, ya dormí en colchón y en somier.

Ya me cambié el pelo de color, ya estuve en contra y estuve a favor
Lo que me daba placer ahora me da dolor, ya estuve al otro lado del mostrador.

Y oigo una voz que dice sin con razón
“Vos siempre cambiando, ya no cambias más”.
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé que hacer conmigo.

Ya me ahogué en un vaso de agua, ya planté café en Nicaragua
Ya me fui a probar suerte a USA, ya jugué a la ruleta rusa.

Ya creí en los marcianos, ya fui ovo lacto vegetariano
Sano, fui quieto y fui gitano, ya estuve tranqui y estuve hasta las manos.

Hice el curso de mitología pero los dioses de mi se reían
orfebrería lo salvé raspando y el de moral lo perdí copiando.

Ya probé, ya fumé, ya tomé, ya dejé, ya firmé, ya viajé, ya pegué
Ya sufrí, ya eludí, ya huí, ya asumí, ya me fui, ya volví, ya fingí, ya mentí.

Y entre tantas falsedades muchas de mis mentiras ya son verdades
hice fácil adversidades, y me compliqué en las nimiedades.

Y oigo una voz que dice sin con razón
“Vos siempre cambiando, ya no cambias más”.
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé que hacer conmigo.

Ya me hice un lifting me puse un piercing, fui a ver al dream team y no hubo feeling
me tatué al Che en una nalga, arriba de britney para que no se salga.

Ya me reí y me importó un bledo de cosas y gente que ahora me dan miedo
Ayuné por causas al pedo, ya me empaché con pollo al spiedo.

Ya fui al psicólogo, fui al teólogo, fui al astrólogo, fui al enólogo
ya fui alcohólico y fui lambeta, ya fui anónimo e hice dieta.

Ya lancé piedras y escupitajos al lugar donde ahora trabajo
y mi legajo cuenta a destajo, que me porté bien y que ya armé relajo.

Y oigo una voz que dice sin con razón
“Vos siempre cambiando, ya no cambias más”.
Y yo estoy cada vez más igual
Ya no sé que hacer conmigo.

viernes, 24 de agosto de 2007

Término foráneo

MUXOS MUXUS

dos puntos:

"Muchos besos"
en Euskera.

jueves, 23 de agosto de 2007

The way back into love

All I wanna do is find
the way back into love...
No es la mejor película del mundo ni nada parecido. Es una historia de amor, pero como dice Jolie: "Todas las historias de amor son bonitas". La vi la noche del hecho terrible para sentirme un poquito mejor. Y así fue. Me sentí enamorada durante las dos horas que duró la película. No es mucho tiempo, pero vale la pena. El amor siempre vale la pena. Aunque sea por dos horas.

El silencio de la muerte



Éramos tres. Habíamos salido (solos) más temprano de la oficina porque ellos (dos), no yo, regresaban a Caracas por la noche. Sus maletas ya estaban listas, pero querían bañarse antes de tomar el autobús. Como yo tenía muchas cosas que hacer, pero no tenía nadita de ganas, los acompañé.

La distancia era corta: cinco, seis, siete, ocho cuadras. A lo sumo diez minutos a paso tranquilo. Pero como la lluvia había sido tan fuerte por la mañana, las calles estaban plagadas de profundas lagunas grisáceas que nos obligaban a caminar en zig- zag. Y más lento, por supuesto. El resto del paisaje seguía como siempre: callado.

Entonces, a diez metros de la plaza Bolívar (que queda en pleno centro de Guasdualito), vemos que la gente empieza a correr en manada hacia una calle. Movidos por la curiosidad empezamos a correr también. El susurro del hecho viajaba tan rápido de una boca a otra que no entendíamos nada. Algo había pasado, pero no sabíamos qué.

La multitud se detuvo y formó un círculo alrededor de algo que yo no podía ver. No eran ni siquiera las cinco de la tarde, el sol todavía estaba ahí. Las mujeres se tapaban la boca, los hombres cruzaban los brazos: un hombre (bastante apuesto) vestido con un mono naranja estridente cruza la calle y se sienta lentamente en la acera del frente. Tenía el brazo izquierdo bañado en sangre, sus gafas de sol sólo conservaban el lente derecho.

Como no comprendía qué le había sucedido, interrogué al hombre que estaba parado a mi lado:

-¿Qué le pasó al muchacho? ¿Se cayó?
-No se cayó nada, le pegaron como cuatro tiros.

Cuatro tiros. Ni uno más, ni uno menos. Pero seguía vivo. Justo ahora se bajaba suavemente el cierre del mono y se colocaba la mano en el cuello, haciendo presión. Tenía una bala incrustada un poco más arriba de la clavícula. Mientras tanto, nadie hacía nada. Ni siquiera yo. Algunos, no todos, gritaban: “¡Ayuden al muchacho!”, ¡Ayúdenlo que se va a morir!”.

Los carros pasaban al lado de la víctima y aceleraban. Aquí no se puede ayudar a nadie en estas circunstancias porque luego te matan a ti. Lo único que podíamos hacer era verlo morir. Y eso hicimos hasta que, todavía con en el dedo en la herida, un carro de la policía se lo llevó al hospital.
Una vez allí, el ejército tomó el lugar y se cerró con candados la sala de emergencia. El asesino había hecho mal su trabajo y, por lo tanto, podía regresar en cualquier momento a rematar a la víctima que, milagrosamente, seguía viva.

Como en el hospital no hay médicos, ni medicinas, ni nada, le taparon como pudieron la herida del cuello y se lo llevaron en carro a San Cristóbal, cuatro horas desde de Guasdualito.

Bala #1: brazo izquierdo.
Bala #2: abdomen.
Bala #3: cuello.
Bala #4: no lo sé.

Tampoco sé si el muchacho (era joven, menos de 30 años) llegó vivo a San Cristóbal. No sé su nombre, si tenía esposa o si tenía hijos. No sé nada más de él, creo que tampoco quiero saberlo. Saber algo, en esta esquina del país, te convierte en candidato a la muerte.

Lo único que sé es que aquí asesinan a una persona casi todos los días mientras nadie hace ni dice nada. Esta la tierra del silencio de la muerte. No escuchen ni hablen si pasan por aquí.

sábado, 18 de agosto de 2007

Lo que suena en mi cabeza

"Si te acaricio la cara tienes que darme un beso".

—Diego El Cigala.

jueves, 16 de agosto de 2007

Un bufón de mal gusto

Hay que ver cómo algunas personas son capaces de arruinarte la tarde en cuestión de microsegundos. Es increíble, de veras. Bueno, pues resulta que ayer decidí darme una suculenta bienvenida de regreso al asfalto caraqueño y me fui para Trasnocho. Tenía ganas de comprarme (con la quincena que gané sin trabajar, ya saben, sueldo de vacaciones) un par de discos. También tenía ganas de comprarme unos tres libros que tengo en mente, pero esta vez dije que no: quería músiquita nueva, algo sabroso para el tráfico y las horas muertas en Internet.
Así que me interné en Esperanto y salí feliz como un regaliz con mis dos discos nuevos (CéU y Lágrimas negras de Bebo y Cigala). Luego, como es costumbre cada vez que visito este antro, me compré cuatro bombones de chocolate en Kakao: katara (picante del culo de los bachacos), limón, parchita y tamarindo. Agarré mi bolsita transparente con los cuatro ejemplares y como la tarde (o la noche) era joven, decidí visitar una colorida galería de fotos que tenían en la salita de exposiciones. El autor era un fotógrafo venezolano, cuyo nombre no recuerdo, y trataba sobre fiestas patronales-populares-religiosas venezolanas.
Crucé la puerta con mi bolsita glotona en la mano y saludé al tipo de la entrada: "Buenas". El tipo me vio, es decir, me vio con la bolista, y no dijo nada. Entonces empecé el recorrido. Las fotos eran (son) bellísimas, llenas de colores, luces, fuegos, bailes. Yo estaba encantanda. Saboreaba mis chocolates lentamente y me perdía en las imágenes mientras imaginaba cómo sonaba la música de la brasileña CéU. Era un paraíso perfecto.
Y justo allí, en medio de mi éxtasis, aparece el hombre de la entrada, el mismo que me vio entrar con la bolsita transparente y no contestó a mi saludo. Salió por detrás de una pared falsa y me interceptó:
—Buen provecho, dijo de manera bufona.
—Gracias, respondí (como es normal en estos casos) y seguí mi camino tranquilamente.
—No se puede comer aquí, me advirtió con la misma sonrisa estúpida.
—¿Ah?, dije yo.
—Que no se puede comer aquí, pero no importa, termine de comer, me dijo con cierto aire de picardía.
Baste decir aquí que el resto de la exposición fue una completa mierda. Sí, con grosería y todo. Puede parecer una tontería, pero ¿qué clase de ser humano, cuya labor es custodiar un recinto, te ve entrar engulliendo lo que sea, te deja pasar y luego, cuando tú estás metida en tu mundo artístico, te obliga a aterrizar de golpe con una excusa mediocre? Y digo mediocre porque ni siquiera cumplió su función. Es decir, no fue que me dijo: "Señorita, no puede comer aquí, haga el favor y compórtese", ¡no!. El tipo me advierte que no puedo comer, pero me deja comer. Increíble, realmente increíble. No hizo su trabajo y, de paso, me jodió la tarde. Hay que ver.

lunes, 13 de agosto de 2007

Otra brújula

Agujas: frontera colombo-venezolana.
Zapatos: alpargatas con suela de goma.
Chuchería: helado de mantecado con lluvia de chocolate.
Después de la ducha: crema OFF!
Promedio de duchas al día: mínimo dos.
Muertos por semana: al menos tres.
Razón: sicariato.
Mala suerte: se borraron las fotos de mi cámara digital.
Reserva: cámara de rollo.
Buena suerte: 10.000 bolívares en el piso.
Traje de baño colombiano: 36.000 bolívares.
Converse tapa amarilla chinos: 20.000 bolívares.
Revista Semana (comprada en Colombia): 20.000 bolívares.
Experimento: caballero, empanada rellena con plátano y guayaba.
Fiesta dominguera: bailando descalza bajo la lluvia.
Sueño hecho realidad: viajar en la parte trasera de una pick up.
Palabra nueva: fundo = hacienda.
Cine rudimentario: Turistas, Chocolate y Un buda.
Libros: todavía País de plomo.
Piel: picadas de mosquitos.
Regalo: un llavero de la Virgen Milagrosa.
Lo que siempre se va: agua.
Total: puro realismo mágico.

La frase

"La literatura no se hereda".

—Francisco Massiani.

sábado, 11 de agosto de 2007

Frontera invisible

Aquí no hay frontera.
Hay muerte, mucha muerte.
Calor, lluvia profunda, calles rotas, prisioneros de vidas ajenas.
Pero el linde no existe. Tampoco la justicia.
Es la mismísima tierra de nadie, o más bien la tierra de la muerte: el llano del poder armado.
Con iguanas, sí. Y con chigüires, esos imensos roedores. Dicen por aquí que quien mata a un chigüire es muerto en pocas horas. No porque estén en extinción, no. Es muerto porque ellos lo matan, porque los malditos ratones gigantes son de ellos, de los que apuntan y escupen metal.
No se puede hablar por estas calles ni estas plazas. No se puede preguntar.
Todos son nadie. Nadie son ellos. Ellos son todos. Todos son cualquiera: el chino del mercado, la mujer de las camisas, el señor de las cotufas, el viejo de los helados.

La frontera no existe.
La he visto.
Y no existe.

Mientras tanto todo parece en calma.
En silencio.
La calma silenciosa de los que mueren sin justicia.

PD: el resto hay que contarlo en persona, no vaya a ser que ellos lean esto.

viernes, 3 de agosto de 2007

Los perros obesos y un pedazo de mi primera noche con Pancho (I parte)

La Florida, Caracas. Siete de la noche.

—¿Y cómo era Clara?
—Se parece mucho a ti, sólo que ella tenía los ojos color esmeralda.
—¿A mí?
—Sí, tienes los mismos brazos… te pareces mucho a ella. Apenas te vi entrar lo pensé: se parece a Clara, sólo que no tiene los ojos color esmeralda.

Los ojos color esmeralda.
Esmeralda. Verde esmeralda, como la esmeralda.
No, mis ojos son marrones. Marrón. No tan oscuro, tampoco muy claro. Pero eso no importa: lo que importa es que me parezco a Clara Lambea, el primer gran amor de Francisco Massiani: Pancho.

Clara y Pancho se conocieron en París, igual que Horacio y la Maga. La primera vez que Pancho vio a Clara la invitó a tomarse unos tragos y de allí se fueron a un hotel a hacer el amor (“¿Y qué otra cosa podía hacerse con ese sucio tiempo?”, diría Cortázar). Y luego de esa noche, como no era de esperarse, se amaron para siempre: “Esa noche tomamos vino y luego nos fuimos a un hotel a amarnos de una vez, como debe ser”. Para siempre, aunque Pancho no la haya vuelto a ver jamás desde hace muchísimo tiempo.

Massiani cometió la estupidez (son sus palabras) de casarse por poder, una vieja usanza que consistía simplemente en firmar un mísero papel (a distancia incluso, sin conocerse los cónyuges) que nada sabe del amor. Pero, como era de esperarse, en lo que Pancho recibió el dinero de su nueva unión se fue de luna de miel con Clara en vez de con su esposa apoderada. Viajó con ella, con Clara, por Barcelona (España) y por algún otro lugar que el vino de aquella noche ya no me deja recordar.

Él toma mucho vino. Pancho, digo. Francisco Massiani, quiero decir. Y tinto, por supuesto. Siempre tinto.

Lo conocí por casualidad el miércoles pasado, primer día del mes de agosto de 2007. Su casa, como su corazón, no tiene nombre propio ni apellido. Es blanca y está custodiada por un par de golden retriever extremadamente obesos, los más gordos que he visto en mi vida.

Su cuarto es su biblioteca: la cama, de sábanas (también blancas) sin tender, se ubica justo al frente de una extensa biblioteca añeja. Entre los libros y la cama hay un sofá. Un televisor también. Y películas porno, muchas películas porno.

Pancho está sentado en su cama. Habla, habla, habla. No se levanta nunca. Toma vino: una copa, brindis, dos copas, brindis, tres copas, brindis, cuatro copas, brindis. Aunque la verdad no son copas, sino unos modestos vasos de vidrio azul. Las botellas vacías se amontonan a sus pies, cerca de la cabecera de la cama. Allí también hay libros (viejos) y un radio (negro) que apenas se oye.

“Qué linda eres. Qué espalda tan bella, qué cuello de cisne. Tienes unas piernas y unos brazos hermosos. Qué linda que eres”, me dice Pancho.

Como los de Clara, pienso yo. No recuerdo (es culpa del vino) que me hayan dicho antes que mis brazos, con lo regordetes que son, sean hermosos. Ni mi espalda.

—¿Y Clara no ha leído nada de lo que usted le ha escrito?, le pregunto.
—No, nada, responde.
—Ah…, suspiro yo.
—Pero no importa. No importa porque tú, que te pareces mucho a ella, lo estás leyendo por ella esta noche, dice y agacha la cabeza.

En la pequeña sala improvisada hay otros dos señores: Guillermo Morón, historiador venezolano, y Elio Gómez Grillo, abogado. Estaban allí apenas llegamos a casa de Pancho. Yo me senté en el sofá junto a Grillo y Eulimar se sentó junto a Pancho.

—Valió la pena esperar, le dice Pancho a sus contemporáneos.
—Sí, qué belleza, responde Morón.
—¿Cómo te llamas?, me pregunta Grillo.
—Débora, digo yo.
—¿Y ella?, vuelve a preguntar Grillo.
—Eulimar, respondo.

Pancho acaricia el tobillo de Eulimar y le pide un beso:

—¿Me vas a dar un beso?
—Claro, Pancho, responde Eulimar, y lo besa en la mejilla.
—No, un beso en la boca. Tú me prometiste que me ibas a dar un beso en la boca, reclama Pancho.
—Yo no te prometí nada, Panchito. Tú me dijiste que me ibas a dar un beso, yo nunca dije que te lo iba a dar.
—Uno solito, insiste Pancho.
—¡No, Pancho!, se ríe Eulimar.

Desde el sofá:

—Bueno, si ustedes quieren besarse nosotros miramos para otro lado y no pasa nada, ¿verdad Grillo?, bromea Morón.
—Claro, claro, responde Grillo.

Derrotado, Pancho empieza a recordar su pasado. Los tres ancianos empiezan a hablar de sus años de juventud, cuando no tenían tanto pellejo arrugado ni vivían aquí:

—Odio a los franceses. Bueno, no a los franceses. Sino que cada vez que yo iba a visitar a mi amiga Monique a París tenía que cargar un pañuelo impregnado de agua de colonia. El olor era insoportable, narra Morón.
—Sí, sí, sí, asegura Grillo.
—Mira, Clara se bañaba una vez a la semana. Se pasaba unos trapitos húmedos y más nada. Y a mí encantaba porque olía a ella, era algo maravilloso. Es más, cuando se bañaba me arrechaba. Su olor era una cosa divina, recuerda Pancho enamorado.

Luego Grillo echó un cuento en francés sobre Flaubert y su Madame Bovary. Según contó, cuando el libro se editó por primera vez no tuvo muy buena acogida. Tanto así, que el librero que los vendía le explicaba a Flaubert que su obra era tan sagrada que nadie se atrevía a tocarlo.

—¿Cómo es que se llama ella?, me pregunta Grillo por segunda vez.
—Eulimar, respondo.
—Mira, Eulimar, oye este cuento que dura un segundo. Yo estaba una vez manejando por España, quería ir a Sevilla y estaba perdido en la carretera. Entonces veo a un campesino y le pregunto: “Amigo, epa, amigo, tenga la amabilidad: ¿este es el camino a Sevilla?”. Y el tipo me responde: “Ni soy su amigo, ni este es el camino a Sevilla”.

Y así siguió la velada, cuento tras cuento, copa tras copa. Era una noche fresca, aunque el aire no corría mucho en el lugar. Pancho daba vuelta a unos cassettes viejos mientras se empujaba los lentes que resbalaban sobre su nariz. Me regaló un libro de poemas (Señor de la ternura) y un dibujo a carboncillo. También me contó que cuando vivía en París tuvo la oportunidad de conocer a Julio Cortázar y no lo hizo:

—Julio leyó algo que yo escribí y le dijo a un amigo mío que me quería conocer. Nos íbamos a ver en un café a las seis de la tarde, pero cuando llegué al lugar me dije: “No tengo nada que contarle a este gigante”. Así que no entré y me fui al hotel con Clara. Lloramos juntos largo rato, pero luego tomamos vino e hicimos el amor.

Tiempo después Pancho se enteró de que Julio lo esperó hasta las 10 de la noche. Y, también, de que el gigante ya no lo quería conocer.

—¿Por qué no entraste, Pancho?, le pregunté.
—Por timidez, respondió.

Habían pasado más de dos horas, nos teníamos que ir. Así que tomamos una copa más y dijimos adiós. Pancho se quedó se quedó sentado en su cama sin tender, con el vino en la mano, cabizbajo. Y me dijo, una vez más, que me parecía a Clara, sólo que ella tenía los ojos color esmeralda.

PD: Clara también comía papas fritas en París, sólo que, a diferencia de la Maga, no se le caían al piso. Se los dije, yo soy la Maga.

Francisco Massiani
Caracas, 1944.
Escritor venezolano.
También dibujante y músico: “Toco acordeón, guitarra y piano”.
Algunas obras:

Piedra de mar
Los tres mandamientos de Misterdoc Fonegal
Las primeras hojas de la noche
Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer
Un regalo para tía Julia y otros relatos
El llanero solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientes
Con agua en la piel
Señor de la ternura

jueves, 2 de agosto de 2007

El pez chino

había una vez
un naranja pez
que vivía al revés
cuando llego a su vejez
se murió de acidez

un gran poema, de un gran poeta

—HERBACO
ALEJANDRO HELMEYER

INVENTOR DE: HUEVORA

domingo, 29 de julio de 2007

KAFKA CUCARACHA

Emmm... hummm...
Emmmm... Hummmm...
Emmmmm... Hummmmm....


Tengo dos entradas en el fondo de mi cerebro, un secreto ajeno guardado con llave, cero nostalgias, un libro por delante, un viaje al linde, sueños de metralletas, un capítulo más grande que un fin de semana, una ilusión fuera de foco, cuatro días para cumplir una promesa charolastra, un ciclo ladilla, un viaje de trabajo, un libro prestado sin leer y ganas de volver al cine a ver de nuevo la misma película.
Me sobran las ganas.
Me falta tiem-po.
Y un beso.

domingo, 22 de julio de 2007

La memoria del librero

El Buscón es una de mis librerías favoritas. La primera vez que entré allí, hace cinco años, fue para preguntar si vendían un cuadro de Charles Dickens que hacía juego con un baúl y un estante viejo. El joven librero de lentes que atendía (y atiende) la caja me respondió, un poco conmovido, que no, que el cuadro era parte de la decoración de la tienda y no estaba a la venta. Luego le pregunté si tenía David Copperfield, y también me dijo que no.

Así, con mis dos negativas, me instalé en uno de los sofás que tenían al final del viejo local (ahora se mudaron a uno más grande, pero menos acogedor) a curiosear libros antiquísimos de literatura inglesa y rusa. Estuve allí largo rato y recuerdo que, con mucho pesar, abandoné el lugar sin comprar nada. Estaba tan triste que ese mismo día juré que cada vez que entrara a una librería tenía que comprar un libro. Es la mejor promesa que he hecho mi vida, lo malo es que no siempre tengo el dinero para cumplirla.

La segunda vez que regresé, mientras revisaba unos libros de cine, me topé con Tiempos difíciles, una de las novelas más conocidas de Dickens. Era un libro usado, pequeño, tapa dura de cuero color vinotinto. Al final del ejemplar había unas anotaciones a bolígrafo rojo y azul:

bergante: pícaro, tunante.
galerna: viento del noroeste.

El librillo costaba 12 mil bolívares, así que lo compré. Es uno de los más especiales de mi escueta biblioteca. Años más tarde compré Marianela, de Pérez Galdós, a 2 mil bolos. Son mis dos únicos libros usados. Pero bueno, eso no es lo que quiero contar.

Resulta que el miércoles pasado fui para Trasnocho a ver Acuérdate de mí (si están depre no la vean, hace trizas el corazón) y, como siempre, entré a El Buscón a pasar el tiempo.

Entonces el librero, el joven de lentes que siempre está allí, se acercó y me dijo: "Me llegó una primera edición de Dickens, ven que te la muestro". Lo seguí hasta una estantería y me lo colocó en las manos: era The Pickwick Papers, el primer libro que escribió Dickens. Era una de las primeras ediciones, es decir, el libro en cuestión tenía más de cien años. Olía a historia, a mar, a té, a tinta, a polvo, a buque, a moho. Las ilustraciones, como todas las de los primeros libros de Dickens, eran de Phiz. Costaba 2 millones de bolívares. Obviamente, no lo compré.

Si no fuera por la película, esa noche hubiera sido una de las más lindas de mi vida. Nadie, ni siquiera mi madre (quien creo que me conoce mejor que yo) ha tenido conmigo un gesto semejante al del librero. Ojo, hay muchos tipos de gestos. Pero, al mismo tiempo, ¿no es maravilloso que un desconocido, un casi-completo-extraño te ponga en tus manos un puño de la más pura felicidad? Porque fue eso: felicidad pura, absoluta. ¡Yo ni siquiera sé su nombre! Y él, a cambio, me deja a solas con una primera edición de mi escritor favorito. Magia.
Sí, la magia existe.

Espejismo


Why does it always rain on me?

miércoles, 18 de julio de 2007

Down in the mouth

Tenía ganas de abrir mi blog y encontrarme con algo nuevo que yo, su autora, hubiera escrito. Lo que ocurrió, como era de esperarse, es que no había texto nuevo. Cosas que contar sí, pero ningunas ganas de hacerlo. Es raro sentirme así. Yo siempre escribo cuando me siento así. Hablo. Comento. Pero como siempre obtengo los mismos resultados, pues decidí cambiar. Quedarme callada. No hablar. No escribir. No llamar. No inventar planes. No nada.
Así que me quedaré aquí sentada, en silencio. No esperaré nada, no. Sólo quiero cerrar los ojos, no pensar. Escoger las palabras, volver a escribir. Abrir mi blog y encontar mi propia excusa. Por cierto, odio las excusas.

lunes, 9 de julio de 2007

La brújula

Agujas: hacia el centro de mi panza.
Foto: mis pies en picado en cámara subjetiva.
Canción: "Es aquí donde quiero estar".
Ropa: Vestido de margaritas.
Pelo: suelto.
Zapatos: descalza.
Perfume: sin perfume.
Suceso: me agaché entre mis piernas y me vi del otro lado.
Además: no había cola en la autopista.
Pero: no conseguí ninguna entrevista.
Todavía: te quiero.
Cutis: perfecto.
Sonrisa: en la cara.
Llamada en espera: viaje a la playa.
Remordimiento: exceso de alcohol.
Lo mejor: me subieron el sueldo.
Lo peor: no me acuerdo.
Consejo: no te salves.
Rutina: pensar.
Secreto: cagarme de risa.

sábado, 7 de julio de 2007

Sin título

Los nervios terminaron en un trozo de tela sin desfilar, en una de esas cosas nimias que uno planea a escondidas, entre la culpa y la sinrazón, como esa foto perdida entre bauches y saldos bancarios en el fondo del monedero.
Me digo en silencio que nunca podrá vencerme la fulana pulsera del deseo, que entre tantas coincidencias destaca reiteradamente la coincidencia de tu ausencia, que no estás aquí porque no quieres estarlo: el alpiste es sólo una excusa cobarde.
Y que lo quiera o no, llegará el día en que no te quiera nada. No por olvido o paro forzoso, sino simplemente por falta de empleo.

miércoles, 4 de julio de 2007

RAYUELA


¿Querés jugar conmigo a la Rayuela?

MÍRAME


Mírame.
Mírame bien.
Mírame a los ojos,
aquí adentro.
Lo que no se ve,
pero se siente.
Mírame.
No digas nada.
Mírame una vez más.
De verdad,
mírame de verdad.
Ahora
(sin dejar de mirarme)
dime:
¿Qué ves?
O mejor:
¿Qué sientes?

lunes, 2 de julio de 2007

Delfín Quishpe: Torres Gemelas

Si creían que nada podía superar a Yasuri y a La Tigresa del Oriente, entonces, por favor, vean esto: http://www.youtube.com/watch?v=NecoBo0BhEk

¡Y que viva Latinoamérica!

LA FRASE


"Qué mala puntería"
—Laura Helena Castillo

jueves, 28 de junio de 2007

REfranes

¿Qué le dijo el lagarto al mono?
¡Larguémonos!
Cortesía: Leonardo Gil

"Pelando más bola que garrapata en peluche".
Cortesía: Leonardo Gil

"Estabas tu comiendo compotas cuando estaba yo comiendo con putas".
—Ángel Zambrano, fotógrafo Ucabista

"Todo lo que se mueva es calne, y la calne es placer".
— Los Amigos Invisibles

Dícese del síndrome de la poceta: "Mientras más cerca estás, más ganas te dan".
Cortesía: Corina Contaris

miércoles, 27 de junio de 2007

Sección de no-colores

Más tarDE
más.
Autor: Jorge Saim


Po-Z
Autor: Jesús Eduardo Uzcátegui


Bu-Z
Autor: Jesús Eduardo Uzcátegui


BesARTE.
Autor: Alieska

Lista de concursantes

Ena-Morado
Autor: Amira Saim

Aran-JAJAJA-DO!
Autor: Eugenia Sucre


Azulfatado y Rojodido
Autor: Juan Miguel


DEVER
quiero
que te.

Autor: Alieska


Aaaachu-L
Autor: Eugenia Sucre


MAR-RON = cubalibre
Autor: Nohemí Dicurú


ROSAlvaje
Autor: Nohemí Dicurú


MORA-diosa
Autor: Nohemí Dicurú


rojo + rosa = rojosa
Autor: Vladimir Ilovaca (11 años)


verde + cocodrilo = verdedrilo
Autor: Vladimir Ilovaca (11 años)

casa + azul = cazuela
Autor: Vladimir Ilovaca (11 años)


MediOCRE
Autor: Juan Miguel


NeGROSERO
Autor: Juan Miguel


Azul-carado
Autor:d2


pumaROSA
Autor: Natalia


VERDEo
Autor:Natalia


¿USAS LA Materia?
Autor: Nadia Goncalves


BLAN-CObalto
Autor: Fede


Azulejos
Autor: Vladimir Ilovaca (11 años)


Hielou
Autor: Leonardo Gil


(r)OJO
Autor: Alieska


B(oliva)r
Autor: Jesús Eduardo Uzcátegui


CIAN-uro
Autor: d2


Su Magentad
Autor: Juan Miguel


Princesa CeREDza
Autor: Corina Contaris


Mi negrito cachumbamverde
Autor: Corina Contaris


I feel blue...
Autor: Corina Contaris


Colorido revoltillo:
De-MORADO
ArMAdILLO
VINOToNTO
Turquesa-dilla
Violeta-l
Autor: cbocaranda


CIMARRÓN
Autor: Beatriz Castro


anCIANo
Autor: Beatriz Castro


Adorado
Autor: Adriana Terán


LORO
Autor: Eulimar Núñez


Ver - de - lejos (cosa que la presbicia no le permite hacer a Luis)
Autor: Angela Feijoó


Griselda
Autor: Beatriz Castro


Azulado: A su lado cambiaría de color
(Autor: Adriana Terán inspirada en Soda Stereo)


Papi, ¿que será lo que quiere el NEGRO?
Autor: Adriana Romero Puche

CONCURSO DE COLORES

Alieska los invita al nuevo y nunca antes visto
Concurso de colores


Lo único que debes hacer es enviar tu color de diseño original (ver post titulado El color) a través de los comentarios de esta entrada. Se reciben colores hasta el domingo, el lunes será anunciado el ganador. El premio, nunca antes visto tampoco, es sorpresa. ¡Participa ya!

martes, 26 de junio de 2007

El color

Ama: RI

YO.

98.1 FM


Noventa-y-ocho-punto-uno-efe-eme es la emisora de la zona desconocida. En ella sólo se escucha música: nadie habla y, cosas curiosa, a las seis en punto de la mañana no pone a sonar el Himno Nacional. A ella lo que le importa es poner música, nada más. Y, por supuesto, en horario en el que la gente escucha música: mañana, tarde-noche, noche y madrugada. Cuando el sol quema, desaparace.

Sólo le he hecho seguimiento por dos días, pero estoy más que encantada. De todo su repertorio sólo he podido reconocer dos canciones, el resto son cosas que jamás antes he oído pero que me hacen sentir muy bien, me ponen a bailar. De hecho, estoy segura que la hermosa tarde de ayer fue producto de la 98.1 FM. Antes de una entrevista que tenía en Chacaíto a las 5:00pm el día y la ciudad estaban insoportables: calor, cornetas, humo, lluvia que no termina de caer. Cuando me monté en el carro a las 6:30pm y sintonicé su dial, la gente comenzó a caminar más lento. De pronto casi no había traseúntes y la principal de Las Mercedes estaba vacía. No hacía sol ni frío: sólo una brisita tenue. La pollina me bailaba en los ojos y, en vez de molestarme, me acariciaba. Olía a grama, a mar, a tierra mojada, a árbol recién plantado. En la autopista no había rastro de motores, no había ruido. Lo único que sonaba era la música desconocida de 98.1 FM.

Maravilloso, ¿verdad? Llevan siglos tratando de encontrar el puente a la zona desconocida y resulta que está allí en tu radio, lista para transportarte a nuevas sensaciones. ¿ Y saben qué? De seguro hay muchos más puentes. Si hay una emisora puente debe haber, al menos, un libro-puente, una comida-puente, un vino-puente, una ropa-puente, unos zapatos-puente, una película-puente, una foto-puente y, sobre todo, una persona-puente...

¡Buen viaje!

LA FRASE

"Yellow to give you a little smile".

—Umy

sábado, 23 de junio de 2007

Lejos, muy lejos

A Jolie, con quien comparto este sueño

Provoca: provoca mucho. Hoy, por ejemplo. Hoy sería un día perfecto para irme. Nadie lo notaría. Tomaría sigilosa la maleta, metería un montón de cosas (algunas últiles, otras no tanto), sacaría lo pongo que tengo en mi miserable cuenta de ahorros, le robaría otro tanto a mi padre y cogería cualquier taxi a Maiquetía. Una vez allí, compraría el primer ticket a Buenos Aires o a Montevideo. Lo mismo da a estas alturas. Aunque tal vez sería una buena oportunidad para ir a Londres. Sí, Londres podría ser. Me moriría de hambre, pero eso no importa mucho ahora. Ahora lo que quiero es irme. Irme lejos, muy lejos. No avisarle a nadie, si acaso a mis viejos. Quiero estar donde nadie sepa que estoy. Quiero... no sé lo que quiero. Sólo sé que hoy no quiero estar aquí, no quiero preocuparme de lo que me preocupa, no quiero pensar lo que pienso. Quiero estar de viaje y lejos. No revisar el mail ni el blog. No recibir llamadas. No tener que dar explicaciones. No tener que responderle a nada ni a nadie. En el fondo también quiero que me extrañen. Pero, más que eso, quiero extrañar a alguien con una buena razón. La distancia, por ejemplo. Distancia de miles y millones de kilómetros. A veces se está tan lejos de alguien teniéndolo tan cerca...
El caso es que quiero irme. Y si me voy, por favor, no me odien. "Si no me quieren en vida cuando muera no me lloren".

miércoles, 20 de junio de 2007

KOI - MOI

"Koi": amor y pez, en japonés