¿Saben lo difícil que es que llueva dinero? ¿Y, más, aún que no se evapore con el sol? Pues muy difícil. Pero como los duendes exiten (aunque el mío esté un poco perdido), entre todas mis quejas de cada día, hoy resulta que me tope con 35.000 bolívares en el piso. Fue algo tan maravilloso que no lo podía creer. Los vi delante de mí y pensé: "Es imposible, seguro que me agacho y aparece el dueño". Sin embargo, la gente seguía pasando sin pecartarse del montón de billetes azules que yacían en el suelo. Así que, muy aparatosamente, me incliné sobre ellos, los apreté en mis manos y huí cobardemente. Qué lindo oficio ser ladrón sin quererlo, así por casualidad, sin culpas ni remordimientos. Qué sabroso, entre tanto caos, apoderarte de algo que no te pertenece y emplearlo a tu gusto. Qué bien se siente ser prófugo de las buenas maneras, de lo correcto.
Ya ven: sí llueve dinero. Sólo hay que esperar.
Y quejarse, por su puesto.
2 comentarios:
Por curiosidad deb, qué vas a hacer con ellos?
No te parece si nos tomamos un cafecito ? jeje
c... max se encontro 1$ hace par de dias y solo penso porque no fueron 100$
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