Cuando todos son culpables, todos son inocentes. Y viceversa: cuando todos son inocentes, todos son culpables. Coclusión: más vale ser culpable que pagar por inocente (digo yo).
Otra vez Marías: Si tu amante fuera a matarte, ¿querrías saberlo?
Y que el placer que juntos inventemos sea otro signo de libertad
Hoy, mientras reporteaba en Plaza Bolívar (la del casco central de la ciudad), me encontré cara a cara con el "Che": buenmozo, cabello ébano, ojos chispeantes, boina con estrella, pantalón camuflado, camiseta blanca ovejita, botas bien anudadas, navaja, pistola y Jeep. Era él, lo sé porque, a 25 metros, había un quiosco en el que se vendían sus fotos en blanco y negro. La misma cara, la misma actitud. Algo impresionante, de veras, aunque no tan maravilloso como lo que sigue:
Asombrada por mi viaje en el tiempo, llego a la oficina y echo el cuento. Y, para sorpresa mía, todos en el galpón ya lo habían visto antes. Es decir, el hombre se la pasa paseando por Caracas. Es una leyenda viva, un puente en el tiempo. Tienen que verlo. Si no, es como si no vivieran aquí.
La foto que precede a esta entrada es propiedad de Ermelinda Maglione (http://www.kernelpanic.org.ve/s0natagrl/), quien se consiguió al "Che" en la playa y logró fotografiarlo a su regreso, en plena autopista.