La mejor palabra para describir a las Voraces es, por supuesto, VORAZ. Según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra se utiliza para designar a todo aquel animal o persona "que come desmesuradamente y con mucha ansia". Es decir, son niguas por excelencia. Sin embargo, y aunque mi militancia en la secta de las Voraces es relativamente corta —y que hace apenas una semana me estaban amenazando con expulsarme—, debo decir que las Voraces son voraces en todo: literatura, música, birra, vino, café, tabaco, cáñamo y calle. Conversadoras hasta el hartazgo y siempre bien dispuestas —bien puestas también—.
Las conocí gracias a eso que Gabriel García Márquez llama con orgullo el mejor oficio del mundo, entre cafés bien cargados y laboratorios mágicos. Las muy hijas de puta dicen que yo soy una preguntona insoportable, pero ellas son igualitas. Envidian mi bárbara voz, eso es todo. Por eso me ponen a pedir la cuenta en los bares y se empeñan en que les susurre cosas indecentes a los mesoneros a ver si nos brindan la última ronda. Pero como eso nunca ocurre —digo, como nunca logro seducir a los mesoneros— siempre terminamos limpias y con hambre.
En fin, las Voraces son una especie inigualable y, por lo tanto, extinguible. Así que si un día llegan a conocer a una Voraz, por favor, no la pierdan de vista.
Una voraz le dijo a la otra:
—No soy sosa soy sabrosa: "Nigua que se respete va como cordero al refrigerador".—Cadáver exquisito: "O al horno, BOMBÓN".—No soy sosa soy sabrosa: "Y no por lo dulce, sino por lo REDONDO".
1 comentario:
Jejeje... me rei como nunca.
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