miércoles, 28 de febrero de 2007

Y aunque no quise el regreso,
siempre se vuelve al primer amor...

Placeres exquisitos

Hoy cayó en mis manos Perdonen nuestros placeres, un libro de Sandra Russo, periodista y escritora argentina. Se trata de una suerte de diario personal que narra algunos pequeños placeres femeninos. Supongo que algunos de éstos pueden resultar igual de satisfactorios para los hombres, pero, en su mayoría, son cosas que nos gustan a nosotras, que hacen felices a las mujeres. Tuve ganas de robarme el libro y, debo confesar, lo hubiera hecho de no ser porque es propiedad de Euly, mi queridísima y recontrapana Jefa.
Y, bueno, el libro me gustó tanto que dedidí hacer mi propia lista de placeres. De seguro se repiten muchos del libro, pero no me importa. las coincidencias de este tipo son celebraciones, o remordimientos. Por cierto, el libro puede resultar un excelente regalo de cumpleaños o d elo que sea. Si nadie me lo regala luego de leer esto, me lo compraré yo misma. A continuación mis placeres.

La copa de vino tinto o el vasito de Bayles: Son casi las seis de la tarde, llegas a tu casa, te quitas los zapatos, pones musiquita, tiras la cartera, te desabrochas el sostén y te sirves una copita de tinto. Brindas por ti, por la vida, por el día a día y te escapas de Caracas desde la comodidad de tu hogar. Me encanta.

Las arepitas fritas dulces o con diablito: Tempranito en la mañana o al regresar del trabajo. Nada como la arepita frita dulce o con diablito de mamá. No se consiguen ni en el Budare.

Cine sola: Nadie quiere acompañarte y no hay proyectos a corto plazo de nada mejor, pues escápate al cine. Luego de que lo haces una vez, no vas a poder parar. Te apoderas 100% de lo que ves en la pantalla y, al salir, discutes contigo misma la película. Una experiencia religiosa.

Los besos largos: “No tienen horario ni fecha en el calendario”. Siempre son bienvenidos… sobre todo cuando sobran las ganas.

El chocolate oscuro: Mientras más oscurito, mejor. Lo ideal es comer un trozo en la noche, para endulzar la lectura nocturna.

Dormir con él: Enredar tus pies con los de él, oír su respiración, apretar su mano. Una perfecta sintonía de amor…
Pisar hojas secas: Me lleva de viaje a mi niñez... Me fascina oírlas desplomarse bajo mis pies, perseguirlas en las aceras, acecharlas debajo de cada árbol.

Las margaritas: Mis amigas me reprenden cada vez que arranco una flor. Dice que las estoy matando, que soy una egoísta. Seguramente lo soy, pero me importa un bledo. Si nadie me regala flores, ¿por qué no puedo regalármelas yo? Además, es una conversación, un encuentro. Cada flor que arranco es un saludo a mí misma, un “Te quiero”, “Qué linda estás hoy”, “Me encantas”, “¿Querías una flor? Aquí la tienes”.

Ir de compras: Cura cualquier depresión, pelea, mala vibra y todo lo que se le parezca. Claro que, si no tienes dinero, NO LO HAGAS. Puedes terminar triplemente deprimida luego de ver todo lo que quieres y no puedes tener. Pero, si tienes unos realitos, pues nada mejor que ir a comprarte algo para ti y solamente para ti. A veces, cuando estoy en bancarrota, opto por regalarme a mí misma una cajita de bombones.

Libros o discos: Como mi sueldo apesta, no puedo darme el lujo de ser compradora compulsiva de ropa, carteras o zapatos. Así que desarrollé una modalidad más económica y educativa: compro libros y discos por doquier. Ya ni lo pienso, si veo un libro o disco que me guste, me lo llevo. Así siempre tengo un nuevo tema de conversación bajo la manga, al tiempo que voy engordando mi biblioteca y discoteca.

Lo inesperado: Puede ser una llamada, un mensaje de texto, una visita sorpresa, un correo electrónico, una postal, una foto, un saludo. Esas cosas que esperamos a diario, pero que por ley natural no pueden ni deben (ya no serían mágicas) suceder todos lo días.

Pan con mantequilla: Mi mamá dice que cada vez que come o nos ve comer pan con mantequilla recuerda el Caracazo. Según ella —yo era demasiado pequeña como para recordar algo—, cuando Caracas entró en llamas el 27 de febrero de 1989, en mi casa existía una pequeña máquina de hacer pan y, mientras duró el sacudón, engullíamos —engullían ella y mi padre, mas bien— grandes cantidades de pan recién horneado con mantequilla. Hoy ya no existe tal máquina, pero la tostadora lo hace muy bien y no hay nada como desayunar o merendar un caliente pan con mantequilla de la buena.

Siesta en la playa: Sucede que no soy de las que va a la playa a derrochar físico, fumar y embriagarme. Intenté hacerlo en mi viaje de graduación y el resultado fue inefable. No sirvo para eso ni lo disfruto. Lo que a mí me gusta hacer es comer cosas que engordan (tequeños, tortilla española, camarones, calamares, paella, pasta con atún, helado, galletas, etc.) y tomar agua de coco o refresco. Bueno, de vez en cuando una o tres cervecitas bien heladas, pero no más de eso. Y, por supuesto, dormir bajo la sombra de una frondosa palmera. Este acto siempre va acompañado de una lectura previa que siempre cede ante el sueño y el crujir de las olas.

Las películas de Disney: Son bienvenidas casi siempre, pero especialmente los domingos. Puedo verlas una y otra y otra y otra vez.

Largas duchas: Nunca me bañado en una tina con espumas, es algo que he visto en películas y que no he tenido la oportunidad —mejor dicho, la tina— de hacer. Así, me doy largas duchas: empezando con agua caliente y terminando con agua bien fría.

Las buenas conversaciones: No tiene precio ni comparación. Un placer que busco diariamente. Me gusta conocer gente y pensar: “Qué rico es conversar con él/ella”.

No abrir el paraguas: Caminar por la calle mientras llueve y mojarte de pies a cabeza...

lunes, 26 de febrero de 2007

No podían faltar las Charolastras


A Jolie, Co y Gab.

Todo empezó con Y tú mamá también. Habíamos visto la película y decidimos poner en papel nuestros mandamientos, los mandamientos de Las Charolastras. El día del bautizo comimos como cerdos y bailamos al ritmo de las melodías de Amelie... fue una noche maravillosamente bohemia.
Recuerdo que compramos una cartulina y la pegamos en la pared para que todos los invitados (fue un bautizo selectivamente público) escribieran lo que se les viniera en gana. Recuerdo que la cartulina era verde y que yo también estaba vestida de verde ese día. También recuerdo que como Alfonso Cuarón es mexicano —y la Co se las da de patriótica— cenamos tacos. Es más, a Gab le tocaba traer la torta y a los machos (Maikel y Fredd) la bebida. La Jolie y cocinamos.

Nunca cumplimos los fulanos mandamientos, pero nos sentíamos, NOS SENTIMOS, orgullosas de ellos. Nuestro ritual no habitual sirvió para que hoy, tres años después, las siga queriendo- extrañando-recordando como el primer día. Y como el primer manamiento, dicho sea de paso. Me encanta verlas a cada una en su vaina, pero, sobre todo, me encanta saber que siempre están allí. Las quiero putitas, las quiero. Gracias por venir y por quedarse.

Los diez mandamientos de las Charolastras:


1) Las charolastras deben amarse sobre todas las cosas.
2) Las charolastras deben practicar el sexo libre.
3) Los novios de las charolastras no pueden ser vírgenes, deben estar re-buenos, ser chingos, bohemiamente inteligentes, sexuales y atractivos.
4) Las charolastras no pueden deprimirse ni llorar por ningún hombre.
5) Las charolastras no pueden follarse al novio de la otra charolastra. Y si se lo follan, deben decírselo.
6) Las charolastras deben acudir a un bar por lo menos 3 veces al mes.
7) Las charolastras deben tomar sol y bañarse en pelotas en la playa.
8) Las charolastras siempre deben lucir preciosas, chingas, re-buenas, eróticas e inalcanzables.
9) Las charolastras no le tienen miedo a nada ni a nadie.
10) Las charolastras son como la espuma, por eso se dan como el mar.


PD: A ver cuando ponemos más en práctica los número 6 y 7.



Ocurre que estaba de turista en el país de los toros y el clavel cuando, de pronto, me tropecé con Charles Dickens en medio de la calle. Hubiera querido preguntarle qué aspecto tiene el budín de frutas que tanto le gustaba de niño, pero el muy arrogante bajó la reja y se fue para Londres. Creo que nunca le gustó el budín...
"Lo más engañoso de una sombra es que puede ser muy fidedigna".
—G. K. Chesterton

(Ya se ve por qué la sombra de Peter Pan quería escapar...)


Acerca de las Voraces

La mejor palabra para describir a las Voraces es, por supuesto, VORAZ. Según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra se utiliza para designar a todo aquel animal o persona "que come desmesuradamente y con mucha ansia". Es decir, son niguas por excelencia. Sin embargo, y aunque mi militancia en la secta de las Voraces es relativamente corta —y que hace apenas una semana me estaban amenazando con expulsarme—, debo decir que las Voraces son voraces en todo: literatura, música, birra, vino, café, tabaco, cáñamo y calle. Conversadoras hasta el hartazgo y siempre bien dispuestas —bien puestas también—.
Las conocí gracias a eso que Gabriel García Márquez llama con orgullo el mejor oficio del mundo, entre cafés bien cargados y laboratorios mágicos. Las muy hijas de puta dicen que yo soy una preguntona insoportable, pero ellas son igualitas. Envidian mi bárbara voz, eso es todo. Por eso me ponen a pedir la cuenta en los bares y se empeñan en que les susurre cosas indecentes a los mesoneros a ver si nos brindan la última ronda. Pero como eso nunca ocurre —digo, como nunca logro seducir a los mesoneros— siempre terminamos limpias y con hambre.
En fin, las Voraces son una especie inigualable y, por lo tanto, extinguible. Así que si un día llegan a conocer a una Voraz, por favor, no la pierdan de vista.

Una voraz le dijo a la otra:
—No soy sosa soy sabrosa: "Nigua que se respete va como cordero al refrigerador".
—Cadáver exquisito: "O al horno, BOMBÓN".
—No soy sosa soy sabrosa: "Y no por lo dulce, sino por lo REDONDO".

domingo, 25 de febrero de 2007

Negro el 10

Quiero dedicar esta entrada a Jorge Saim (¡Gordoooo!) porque fue quién me dio el link para la página web de Julio en ClubCultura. Hace aproximadamente un año hice un amago de libro titulado Perras negras delatoras en el que reunía, creía yo, todos los poemas de Julio Cortázar. Fue entonces cuando gracias a JS descubrí que me faltaba un poema: Negro el diez. Éste es el último poema de Julio, desconozco si fue publicado en papel alguna vez o no. En la página se puede leer el manuscrito, pero como a mí me gusta llevar las letras en el bolso lo trasncribí a una libreta. Se los dejo para que disfruten.

NEGRO EL 10

Empieza por no ser. Por ser no.
El caos es negro. Como negra es la nada.
Nace la claridad, su gallo friza el cielo, se esponjan los colores/vanidosos.
Pero el negro se ahínca primigenio. Toda luz se abisma en el carbón, en el basalto.
Para mejor lanzarnos al asalto del día. (Goya pudo decirlo).

Socavón en la sangre, en la memoria, el negro sube a la palabra, es la tormenta rabiosa de los odios, los celos: Othello el blackamor, el moro negro para lívido Yago. Siempre.
Padre profundo, pez abismal de los orígenes, retorno a qué comienzo. Estigia contra el sol y sus espejos, término de los cambios, última estela delas mutaciones, palabra del silencio.
Su palacio nocturno: el sueño, el parpado
sedosa guillotina del diverso pavorreal para que sólo las similitudes desplieguen los tapices del morado, de púrpura y de óxidos, harem del negro, esperma de los sueños.

Se diría que le gusta que los aplanen, lo espabilen, lo tiendan en las lisas superficies, como se hace aquí. Se diría que ama el trampolín desde donde saltan los colores, su callado sostén.

Todo es más contra el negro,
todo es menos cuando falta.

Cedes a esta metamorfosis que una mano enamorada cumple en ti, te llenas de ritmos, hendiduras, te vuelves tablero, reloj de luna, muralla de aspilleras abiertas a lo que acecha siempre del otro lado, máquina de contar cifras fuera de las cifras, astrolabio para tierras nunca abordadas, mar petrificado en el que resbala el pez de la mirada, caballo negro de las pesadillas, hacha del sacrificio, tinta de la palabra escrita, pulmón del que diseña, serigrafía de la noche, negro el diez:
ruleta de la muerte,
que se juega viviendo.

Tu sombra espera tras de toda luz.

Julio Cortázar
(http://www.clubcultura.com/clubliteratura/clubescritores/cortazar/index.htm)

Me piqué

La verdad es que acabo de ver los blogs de la Jolie (Amira Saim) y de Eu (Eugenia Sucre) y me piqué. Así que decidí abrirme un blog inmediatamente y bueno, aquí está. Como lo creé en un ataque de envidia de la buena y admiración (es muy emocionante leer blogs de personas que conoces) aún no sé de qué va. Imagino que irá de todo, eso es lo sabroso de los blogs. Así que bievenidos.