El día que lo reconocí estaba tomando Coca-Cola. No yo, él. Me hubiera gustado imaginar en su aliento algo de ron con limón, pero no. Era Coca-Cola y hielo y ya. Estaba sentado en la barra con un cuaderno tapa blanda (de esos que son bien baratos y se pueden doblar como un telescopio) y un bolígrafo Kilométrico. Fumaba sin parar. Malboro rojo, creo. Sostenía el cigarro en la mano derecha y escribía con la izquierda. O apoyaba toda su cabeza en la mano derecha (sin soltar el cigarro) y escribía con la izquierda. Y entonces algunas cenizas le caían en el cabello. Y yo me moría ganas de quitárselas. De sacudirlo y darle un beso en ese lunar que tenía en el cuello, atrás, cerca de la oreja derecha.
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Bueno, digo que me hubiera muerto de ganas de hacer todas esas cosas si él en realidad estuviera allí. Sentado en la barra como digo, fumando como digo y tomando Coca-Cola como digo. Porque ocurre que aparece y desaparece en todas partes. Ahora, por ejemplo, está en el fondo de mi taza de té marca English Breakfast (pensar que gasté 50 bolívares fuertes en una jodida caja de té que sabe igual al Lipton, que es 3 veces más barato). Y, hace apenas media hora, estaba metido en Film&Arts (a quien ahora le dio por pasar publicidad porno entre el ballet, las mini series inglesas que tanto me gustan y los conciertos de música académica, una vaina incoherente y sin sentido, de verdad).
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Ayer fue lo mismo. No me dejó escribir en todo día y me obligó a soñar con él. Maldito gusano. Sería tan bueno decírtelo en tu cara: ERES-UN-MALDITO-GUSANO-VERDE-DE-CABEZA-ROJA-COME-PALMERAS. En mi colegio había miles de esos gusanos. Orugas, perdón. ERES-UNA-MALDITA-ORUGA. Las muy escurridizas te aterrizaban en el cabello y uno no se enteraba hasta que alguien te las estripaba en la cabeza. Memorias colegiales, sí señor. Sospecho que desde entonces me persigue. Aparece y desaparece en las cosas mas absurdas. Que, a fin de cuentas, terminan siendo las mejores.
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Por eso nada de esto (lo que escribo) tiene sentido. Ni hoy ni mañana ni pasado. Y no tiene sentido porque nunca lo tendrá, así como no lo tendrá porque no lo tiene. No le hace falta. Porque cuando llegues al punto final de esta oración (o de la próxima, no estoy segura) este texto ya no existirá. Habrá muerto. Será un sueño.
6 comentarios:
Muy muy bueno! lo disfrute bastante.
:)
Te extraño
Me gustó mucho, deborita! Espero que algún día puedas decirle eso de la oruga en su cara :)
Un beso
Extrañaba este tipo de textos tuyo. Danos más, pichirre!
Abrazos!
Demencial, totalmente demencial!
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