domingo, 29 de julio de 2007

KAFKA CUCARACHA

Emmm... hummm...
Emmmm... Hummmm...
Emmmmm... Hummmmm....


Tengo dos entradas en el fondo de mi cerebro, un secreto ajeno guardado con llave, cero nostalgias, un libro por delante, un viaje al linde, sueños de metralletas, un capítulo más grande que un fin de semana, una ilusión fuera de foco, cuatro días para cumplir una promesa charolastra, un ciclo ladilla, un viaje de trabajo, un libro prestado sin leer y ganas de volver al cine a ver de nuevo la misma película.
Me sobran las ganas.
Me falta tiem-po.
Y un beso.

domingo, 22 de julio de 2007

La memoria del librero

El Buscón es una de mis librerías favoritas. La primera vez que entré allí, hace cinco años, fue para preguntar si vendían un cuadro de Charles Dickens que hacía juego con un baúl y un estante viejo. El joven librero de lentes que atendía (y atiende) la caja me respondió, un poco conmovido, que no, que el cuadro era parte de la decoración de la tienda y no estaba a la venta. Luego le pregunté si tenía David Copperfield, y también me dijo que no.

Así, con mis dos negativas, me instalé en uno de los sofás que tenían al final del viejo local (ahora se mudaron a uno más grande, pero menos acogedor) a curiosear libros antiquísimos de literatura inglesa y rusa. Estuve allí largo rato y recuerdo que, con mucho pesar, abandoné el lugar sin comprar nada. Estaba tan triste que ese mismo día juré que cada vez que entrara a una librería tenía que comprar un libro. Es la mejor promesa que he hecho mi vida, lo malo es que no siempre tengo el dinero para cumplirla.

La segunda vez que regresé, mientras revisaba unos libros de cine, me topé con Tiempos difíciles, una de las novelas más conocidas de Dickens. Era un libro usado, pequeño, tapa dura de cuero color vinotinto. Al final del ejemplar había unas anotaciones a bolígrafo rojo y azul:

bergante: pícaro, tunante.
galerna: viento del noroeste.

El librillo costaba 12 mil bolívares, así que lo compré. Es uno de los más especiales de mi escueta biblioteca. Años más tarde compré Marianela, de Pérez Galdós, a 2 mil bolos. Son mis dos únicos libros usados. Pero bueno, eso no es lo que quiero contar.

Resulta que el miércoles pasado fui para Trasnocho a ver Acuérdate de mí (si están depre no la vean, hace trizas el corazón) y, como siempre, entré a El Buscón a pasar el tiempo.

Entonces el librero, el joven de lentes que siempre está allí, se acercó y me dijo: "Me llegó una primera edición de Dickens, ven que te la muestro". Lo seguí hasta una estantería y me lo colocó en las manos: era The Pickwick Papers, el primer libro que escribió Dickens. Era una de las primeras ediciones, es decir, el libro en cuestión tenía más de cien años. Olía a historia, a mar, a té, a tinta, a polvo, a buque, a moho. Las ilustraciones, como todas las de los primeros libros de Dickens, eran de Phiz. Costaba 2 millones de bolívares. Obviamente, no lo compré.

Si no fuera por la película, esa noche hubiera sido una de las más lindas de mi vida. Nadie, ni siquiera mi madre (quien creo que me conoce mejor que yo) ha tenido conmigo un gesto semejante al del librero. Ojo, hay muchos tipos de gestos. Pero, al mismo tiempo, ¿no es maravilloso que un desconocido, un casi-completo-extraño te ponga en tus manos un puño de la más pura felicidad? Porque fue eso: felicidad pura, absoluta. ¡Yo ni siquiera sé su nombre! Y él, a cambio, me deja a solas con una primera edición de mi escritor favorito. Magia.
Sí, la magia existe.

Espejismo


Why does it always rain on me?

miércoles, 18 de julio de 2007

Down in the mouth

Tenía ganas de abrir mi blog y encontrarme con algo nuevo que yo, su autora, hubiera escrito. Lo que ocurrió, como era de esperarse, es que no había texto nuevo. Cosas que contar sí, pero ningunas ganas de hacerlo. Es raro sentirme así. Yo siempre escribo cuando me siento así. Hablo. Comento. Pero como siempre obtengo los mismos resultados, pues decidí cambiar. Quedarme callada. No hablar. No escribir. No llamar. No inventar planes. No nada.
Así que me quedaré aquí sentada, en silencio. No esperaré nada, no. Sólo quiero cerrar los ojos, no pensar. Escoger las palabras, volver a escribir. Abrir mi blog y encontar mi propia excusa. Por cierto, odio las excusas.

lunes, 9 de julio de 2007

La brújula

Agujas: hacia el centro de mi panza.
Foto: mis pies en picado en cámara subjetiva.
Canción: "Es aquí donde quiero estar".
Ropa: Vestido de margaritas.
Pelo: suelto.
Zapatos: descalza.
Perfume: sin perfume.
Suceso: me agaché entre mis piernas y me vi del otro lado.
Además: no había cola en la autopista.
Pero: no conseguí ninguna entrevista.
Todavía: te quiero.
Cutis: perfecto.
Sonrisa: en la cara.
Llamada en espera: viaje a la playa.
Remordimiento: exceso de alcohol.
Lo mejor: me subieron el sueldo.
Lo peor: no me acuerdo.
Consejo: no te salves.
Rutina: pensar.
Secreto: cagarme de risa.

sábado, 7 de julio de 2007

Sin título

Los nervios terminaron en un trozo de tela sin desfilar, en una de esas cosas nimias que uno planea a escondidas, entre la culpa y la sinrazón, como esa foto perdida entre bauches y saldos bancarios en el fondo del monedero.
Me digo en silencio que nunca podrá vencerme la fulana pulsera del deseo, que entre tantas coincidencias destaca reiteradamente la coincidencia de tu ausencia, que no estás aquí porque no quieres estarlo: el alpiste es sólo una excusa cobarde.
Y que lo quiera o no, llegará el día en que no te quiera nada. No por olvido o paro forzoso, sino simplemente por falta de empleo.

miércoles, 4 de julio de 2007

RAYUELA


¿Querés jugar conmigo a la Rayuela?

MÍRAME


Mírame.
Mírame bien.
Mírame a los ojos,
aquí adentro.
Lo que no se ve,
pero se siente.
Mírame.
No digas nada.
Mírame una vez más.
De verdad,
mírame de verdad.
Ahora
(sin dejar de mirarme)
dime:
¿Qué ves?
O mejor:
¿Qué sientes?

lunes, 2 de julio de 2007

Delfín Quishpe: Torres Gemelas

Si creían que nada podía superar a Yasuri y a La Tigresa del Oriente, entonces, por favor, vean esto: http://www.youtube.com/watch?v=NecoBo0BhEk

¡Y que viva Latinoamérica!

LA FRASE


"Qué mala puntería"
—Laura Helena Castillo