martes, 19 de agosto de 2008

Anecdotario inservible II

Tengo un admirador secreto en mi oficina. Él no sabe que es mi admirador secreto. Y yo, para seguirle el juego, nunca le he visto la cara, ni el cuerpo, ni la ropa, ni los zapatos.
Todas las mañanas, cuando prendo mi obsoleto computador, él pone a sonar Charles Aznavour o el soundtrack de Amelie.
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Entonces sonrío y camino hasta la esquina de la redacción —esa que da hacia la ventana que a su vez da a la calle— y me sirvo un guayoyo sin azúcar. Mientra le soplo el humito, me desplazo lentamente entre los cubículos como si fuera la periodista más linda del periódico. Porque a mí, sólo a mí, me dedican muchas de mis canciones favoritas todas las mañanas.
Me siento en mi puesto y empiezo a escribir.
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Demasiado contenta.

9 comentarios:

Nohemi Dicuru dijo...

ay qe admirador tan cute!

mira hoy vi a Cyn y pense qe tu ibas porqe es sobre el libro de E...
cuando te veo?

Débora Ilovaca Leiro dijo...

Sí... acabo de hablar con Cyn y me dijo. Pero no me convocó para la reunión, creo que como ya terminé mi parte no me necesitan jajaja. ¿Cómo está quedando todo?
Nos vemos cuando vos quieras! te voy a mandar un correo con mi cel.
Besos!

Amira Saim dijo...

estoy segura de q tu admirador se llama rodrigo

Débora Ilovaca Leiro dijo...

:) Ajá...

Victor Marin Viloria dijo...

Qué buen cuento Déborah! Yo también he pensado que la música de Yann Tiersen puede ser bastante romántica... a veces como que demasiado jejeje

un abrazo

Unknown dijo...

jajajajajaja qué hermoso post, tenía más de una semana sin abrir tu blog qué tristeza! me hacía falta!!! te amo! bye

eusucre dijo...

yo quiero un admirador secreto!

=(

Pulgamamá dijo...

Ay yo quiero saber quien es ese admirador. Es que tú mi Debi tienes pinta de ser rompecorazones. Bravo!

Nadia Goncalves dijo...

Muchacha marica!